La sofisticada metalurgia del oro se remonta al 3.000
antes de Cristo
El Grupo Midas de la UHU
evidencia el carácter autóctono de los procesos usados en el suroeste ibérico
Enrique Morán
Estamos acostumbrados a oír que
Andalucía ha sido tierra de cruce de civilizaciones. No solo a este sur de la
Península Ibérica llegaron pueblos de otros lugares sino que la arqueología va
demostrando que los habitantes autóctonos también tuvieron mucho que decir si
se quiere tener una panorámica más completa del pasado.
El Grupo de Investigación Midas de la
Universidad de Huelva (UHU) (www.midastercermilenio.com y @midastercermilenio),
dirigido por el catedrático de Prehistoria Francisco Nocete acaba de publicar
en Journal of Archaeological Science, la revista más prestigiosa de esta
disciplina, el fruto de años de investigación sobre la metalurgia que se ha
venido realizando en el sur, principalmente suroeste ibérico, desde el tercer
milenio antes de Cristo ascendiendo en el tiempo hasta el primer milenio antes
de nuestra era, en el que está datado el tesoro del Carambolo, encontrado en
Camas (Sevilla).
Los recursos que la tecnología está
proporcionando a la arqueología suponen sencillamente, una revolución:
"Ante preguntas que antes solo podíamos contestar con hipótesis, ahora las
nuevas herramientas analíticas permiten responder con una base
científica". Tanto es así que en la investigación llevada a cabo por el
Grupo Midas se ha podido llegar a la conclusión de que hay una gran tradición
autóctona en la metalurgia del oro que viene desde el 3.000 a .C. y sigue hasta el
primer milenio y que tiene su máximo exponente en el Carambolo. "Se trata
-añadió Nocete- de una elaboración que se lleva a cabo durante todo ese tiempo
por habitantes de la propia región y usando recursos propios, es decir, el oro
no venía de lugares distantes sino que el material era extraído de la propia
zona". Esto ya en principio, habla de una cultura autóctona mucho más
desarrollada de lo que hemos estado dispuestos a asumir tradicionalmente aunque
sin caer en las elucubraciones que últimamente se han puesto de moda.
Los nuevos recursos tecnológicos han permitido
no solo fijar con enorme exactitud la calidad del oro del Carambolo o de otros
yacimientos como Cabezo Juré (Alosno) o Valencina (Sevilla) sino también la
procedencia del mineral originario. Para ello, apuntó Nocete, se ha contado con
dos instrumentos fundamentales: el análisis geoquímico y el isotópico de plomo
mediante la ablación láser para lo que se contó con la colaboración de la
Universidad del País Vasco.
Ya en el tercer milenio a.C. había una auténtica
maestría en la producción de oro que respetaba la misma metalurgia que para el
cobre de manera que "el Carambolo es el resultado o final de un prolongado
período de elaboración autóctona tanto respecto al proceso en sí como a la
materia prima".
En la década de los 90 del siglo pasado, Midas
se focalizó en Cabezo Juré y quedó impresionado por encontrar allí una
fundición y pruebas de una civilización mucho más dinámica de lo que
tradicionalmente se creía: "Allí se encontraron por ejemplo, registros de
almejas o espinas de pescado de origen marino, lo que habla de que había un
comercio activo con otros lugares y no solo con zonas próximas sino, como se ha
demostrado en otros puntos también de esta zona suroccidental, con el norte de
África y otros lugares más distantes". Nuevas excavaciones en las tumbas y
el asentamiento de Valencina dieron resultados parecidos a Cabezo Juré: una
fundición con métodos semejantes o iguales de obtención de oro y cobre.
Esa complejidad de una civilización autóctona es
evidenciada precisamente, por la aparición de oro transformado en productos
decorados dirigidos a actividades religiosas y políticas. Uno de los objetivos
del Grupo Midas es evidenciar cuándo surge la estratificación social o la
aparición de las clases sociales y esta investigación demuestra que
"cuando aparece el oro es porque hay una clase dominante". El oro
"fue la expresión de distinción y exclusión social, de poner una barrera
entre quien tiene acceso a él y quien no lo tiene".
El hecho de poder poner origen a los materiales
usados abre de par en par, enormes potencialidades para la arqueología. La
Valencina del tercer milenio antes de nuestra era, por ejemplo, contaba con un
taller que manufacturaba piezas con marfil de elefante asiático. Incluso aunque
sea muy evidente que esa especie estuviera más extendida que en la actualidad,
es obvio que las relaciones entre distintos enclaves de la cuenca mediterránea
eran mucho más intensas con los pueblos del sur ibérico de lo que se ha
pensado. Lo mismo se puede decir del uso de materias primas dentro de la propia
cuenca del Guadalquivir. Así, en Valencina se usa cobre procedente de Andújar
(Jaén) o los cuchillos de piedra negra usada en el yacimiento de Los Millares
(Almería) eran originarios de Huelva. Es fácil preguntarse qué tipo de
tecnología tenían ya en esa época para llevar a cabo ese tipo de
desplazamientos.
El espectacular tesoro del Carambolo no es
ninguna excepción dentro de toda esta línea de investigación. Es un conjunto de
piezas elaboradas por población autóctona y usando material propio de la zona y
con una tecnología ancestral que se remonta al tercer milenio antes de nuestra
era. El diseño usado deberá ser fruto de más trabajos de investigación que
tendrán como objetivo concretar si hay elementos orientalizantes o, como ya
apuntan los datos científicos, fue fruto de la pura creatividad de los
artesanos de la zona. Respecto al origen de la materia prima, la geoquímica y
los isótopos de plomo apuntan a que se usó mineral de Ossa-Morena, en la zona
norte de la provincia de Sevilla. Pero aún más interesante si cabe, es que
desde el tercer milenio a.C. se vino utilizando mineral autóctono sin tener que
pensar en procedencias distantes del Atlántico o de otros puntos del Mediterráneo.
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