Un estudio
atribuye un "linaje, prestigio e influencia" al "gran mercader
de marfil" del dolmen de Montelirio
EUROPA PRESS 25.11.2018 SEVILLA, 25 (EUROPA PRESS)
El 'mercader de marfil' enterrado en Castilleja de Guzmán CEDIDA
Una investigación científica sobre las élites en las antiguas sociedades de la
Edad del Cobre atribuye la fundación de "un importante linaje de prestigio
e influencia" a un "gran mercader de marfil" enterrado en dicho
periodo en el entorno del dolmen de Montelirio, enclavado en Castilleja de
Guzmán (Sevilla), al ser descubierto su cadáver con "suntuosos efectos
funerarios de marfil sin parangón" en toda la Península, lo que probaría
su papel como "gran hombre" de la "historia social" del
asentamiento calcolítico aljarafeño.
Dicho trabajo, titulado "Definiendo las élites: un análisis
comparativo de la clasificación social en la Edad del Cobre ibérica", está
firmado por Leonardo García Sanjuán, Marta Cintas-Peña, Martin Bartelheim y
Miriam Luciañez Triviño, quienes advierten de que aunque el estudio de las
cúpulas de las sociedades complejas previas a los estados y la formación de
tales grupos sociales "ha sido uno de los asuntos clásicos en la
antropología y la arqueología desde la mitad del siglo XX", en el caso de
la investigación del Calcolítico ibérico "resulta llamativa su
ausencia".
Por eso, el propósito de este estudio es "detectar
expresiones arqueológicas de la diferenciación social" y la
"jerarquización" en dicho periodo de la Prehistoria peninsular, a
partir de enterramientos individuales encuadrados en la Edad del Cobre ibérica
en los que fueron descubiertos objetos o efectos funerarios de carácter
"especial".
Porque como razonan los autores de este estudio recogido por
Europa Press, "la distinción social de una persona de alto rango durante
su vida probablemente se haya reflejado en un tratamiento funerario
excepcional".
INDIVIDUOS
"SOCIALMENTE EXCEPCIONALES"
Para esta investigación,
estos científicos analizan una muestra de inhumaciones de individuos del
Calcolítico ibérico "que parecen haber sido socialmente
excepcionales". Se trata de ocho enterramientos pertenecientes a seis
yacimientos arqueológicos o localizaciones relacionadas con la Edad del Cobre:
Camino de las Yeseras y la Magdalena en Madrid, Valle de las Higueras en
Toledo, La Vital en Valencia, y en la provincia de Sevilla la cueva de La
Molina y el entorno prehistórico de Valencina de la Concepción y Castilleja de
Guzmán.
En ese sentido, el estudio presta especial atención a un
enterramiento descubierto en las inmediaciones del dolmen de Montelirio,
enclavado en Castilleja de Guzmán, hallado en 1998 y caracterizado por un
corredor de unos 39 metros
de longitud. Se trata del cadáver de un "joven adulto de entre 17 y 25
años" localizado en una estructura funeraria y "rodeado de una
completa colección de artefactos, incluyendo un colmillo de elefante africano
cuidadosamente colocado alrededor de su cabeza, un gran plato de cerámica
situado a su espalda, 21 filos de sílex, una hoja de daga" de dicho
mineral y junto a ella una pieza de ámbar que habría decorado la empuñadura del
cuchillo.
Además, el ajuar mortuorio de este individuo incluía "dos
recipientes de marfil", diversos fragmentos de dicho material y un pequeño
puñado de cobre, siendo rociado el cadáver y su prolijo ajuar con un pigmento
de "intenso color rojo".
"GRAN HOMBRE" DEL
ASENTAMIENTO CALCOLÍTICO
La abundante presencia de
efectos de marfil en esta inhumación condujo a los investigadores a tratar al
individuo enterrado con el apodo de "marchante" o
"mercader" de marfil, exponiendo este estudio que las pruebas
bioarqueológicas y contextuales sugieren que este "vendedor de
marfil" pudo haber sido un "trabajador duro engrandecido por sí
mismo" hasta la categoría de "gran hombre" de la "historia social"
del asentamiento calcolítico de Valencina y Castilleja de Guzmán.
Es más, los autores de este trabajo describen a este
"marchante de marfil" como "el fundador de un importante linaje
cuyo prestigio e influencia sobrevivió" más allá de él mismo "durante
algún tiempo". Y es que en el marco de este mismo estudio y las ocho
inhumaciones individuales analizadas, los investigadores atisban una posible
"conexión social o de parentesco" entre este hombre y una mujer cuyo
cadáver fue descubierto en la cueva artificial de La Molina, localizada en Lora
de Estepa (Sevilla) y datada entre finales del IV milenio y la primera mitad
del III milenio antes de Cristo.
Dicho posible vínculo deriva de que el ajuar funerario de esta
mujer incluía "varios objetos de marfil" como una empuñadura para un
cuchillo de pedernal, un colmillo de elefante colocado alrededor de su cabeza
"casi exactamente del mismo modo" que en el caso del "mercader
de marfil" de Montelirio, dos recipientes decorados, un objeto con forma
de media luna y "otros fragmentos indistinguibles" de dicho material.
"RIQUEZAS
ESOTÉRICAS"
En paralelo, los autores de este estudio exponen que estos dos
enterramientos presentaban "suntuosos efectos funerarios de marfil sin
parangón" en el Calcolítico ibérico, argumentando que el acceso del
"mercader de marfil" y la mujer de La Molina a "materiales
exóticos" representa "el mejor ejemplo conocido" en la Península
sobre la manera en la que "el uso de riquezas esotéricas con ideologías
externas asociadas puede servir como marca definitoria de estatus y como
popularidad política, usada para materializar relaciones políticas".
Y dado que este trabajo incluía también los cadáveres de dos
mujeres enterradas en la cámara principal del dolmen de Montelirio, ambas interpretadas
como posibles "sacerdotisas" y una de ellas hallada con vestigios de
"una túnica muy elaborada" y colgantes de ámbar y marfil, estos
expertos barajan la idea de que estas cuatro personas pudieran estar
"conectadas dentro de una estructura social dominada por linajes en
competencia".
"De hecho, dada su proximidad geográfica y posibles nexos
sociales, se puede argumentar que estas cuatro personas fuesen parte de
dinámicas sociales específicas acontecidas en el Valle del Guadalquivir en el
comienzo del tercer milenio antes de Cristo", consideran García Sanjuán,
Cintas-Peña, Bartelheim y Miriam Luciañez, quienes concluyen que en dicho
periodo "la posición de las élites era inestable", extremo que
probarían por ejemplo las fluctuaciones en la actividad funeraria del
asentamiento calcolítico de Valencina y Castilleja de Guzmán.
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