Lo que el suelo de Sevilla esconde
La provincia tiene activos en la actualidad proyectos de investigación de una gran relevancia patrimonial e histórica
28 sep 2017 / 08:41 h.
No va muy desencaminado
aquel que dice que, en los suelos de esta provincia, si se le pega una
patada a una piedra, aparece un nuevo hallazgo arqueológico.
Ha pasado en sitios como
Tomares, donde las obras del parque de El Zaudín revelaron la presencia
de un tesoro numismático sin precedentes y que posee una relevancia
internacional de la que aún no se conocen límites. Sigue pasando en lugares
como las ruinas de Itálica, en las que con cada nueva campaña se pone de
manifiesto lo importante que fue un territorio que dio a Roma nada menos que
dos emperadores. Es latente también en la Plaza de Armas de Écija, que
acogerá próximamente un proyecto, aprobado por la Comisión Provincial de
Patrimonio, que va a permitir documentar parte importante de los restos
arqueológicos desenterrados en el yacimiento de El Picadero.
O la idea que puede
hacerse uno sobre la prehistoria gracias al dolmen de Montelirio, un
gran monumento megalítico de la Edad del Cobre ubicado en Castilleja de
Guzmán donde se enterró un colectivo mayoritariamente femenino acompañado
de unos ajuares sin parangón que incluyen objetos inéditos a nivel mundial.
Todos ellos, con
proyectos de investigación en plena efervescencia, son de suma relevancia para
la riqueza patrimonial e histórica de Sevilla más allá de las fronteras de la
capital hispalense.
Y, por eso, reclaman una
financiación adecuada a sus necesidades –con lo que reciben de fondos públicos
no es suficiente– y que permita descubrir en profundidad los tesoros que se
esconden en nuestros suelos.
UN CONVENIO DARÁ
IMPULSO AL ESTUDIO DE LAS MONEDAS DEL IMPERIO DECADENTE
Por mucho que sorprenda
la cifra, no se es realmente consciente de la relevancia internacional que han
adquirido las casi 50.000 monedas romanas de bronce halladas durante las obras
del parque de El Zaudín, en Tomares, metidas en 19 ánforas de las que nueve se
conservan intactas. Y eso que su investigación no ha hecho más que empezar.
«Estamos pendientes
de un convenio casi inminente entre la Junta y la Universidad de Sevilla», asegura la catedrática de
Arqueología de la US y experta en numismática Francisca Chaves, acuerdo que
permitirá precisamente ahondar en «datos muy interesantes» que pueden extraerse
de un tesoro en el que están puestos muchos ojos, «empezando desde Australia,
pasando por toda Europa y llegando a Estados Unidos». No es para menos. La
información que ofrecerá una vez que se hayan descifrado las monedas será la de
los entresijos de un imperio en crisis, «una época que podría ser paralela a la
de la actualidad, y ese es uno de tantos temas interesantes que ofrece el
tesoro», incide la catedrática recordando la idea de su colega Enrique García
Vargas.
Porque es cierto que la provincia
sevillana es una zona muy rica en numerario –monedas– procedente ya sea de
colecciones o hallazgos antiguos que se han conservado en el Museo Arqueológico
Provincial, como el de los denarios de El Castillo de las Guardas, o, como El
Zaudín, del material procedente de excavaciones arqueológicas, como es el caso
de Mulva (Villanueva del Río y Minas), un interesante conjunto en el que
Francisca Chaves trabaja personalmente junto a Urbano López. Pero la
trascendencia de lo descubierto en Tomares «no tiene precedentes». De
hecho, son numerosas las conferencias y reuniones que tiene pendientes de aquí
a un año vista para demostrarlo dentro y fuera de España. Eso sí, el proceso
gracias al que se podrá sacar alguna conclusión acerca del tesoro será lento y
costoso: «No durará cinco minutos ni puede hacerse con un presupuesto
normal», apunta Chaves, teniendo en cuenta el diferente personal, desde
restauración y conservación a investigación, que tiene que implicarse. Por eso,
para el equipo sería fundamental lograr un patrocinio privado. «Para el
patrocinador, el tesoro de El Zaudín es muy jugoso, porque de él está pendiente
mucha gente», recuerda la catedrática. Y es que no solo es estudiar las monedas
en sí, sino también el material que está presente en ellas, en las ánforas y el
lugar arqueológico en sí. Todo ello puede ayudarnos a entender la historia de
un imperio en decadencia, dividido en diócesis, enfrentado en guerras civiles y
bajo una Tetrarquía de dos augustos y dos césares.
UN TEMPLO DE CULTO
CRUCIAL PARA TODO EL IMPERIO ROMANO
Que las ruinas de
Itálica son uno de los conjuntos arqueológicos más importantes del mundo no es
ninguna exageración. Como tampoco lo es que el Traianeum que alberga en
su interior y que es objeto de estudio desde los años 80 es «uno de los
recintos de culto imperial más poderosos y grandes de todo el imperio romano»,
afirma rotundamente el director y responsable de las excavaciones actuales,
Sebastián Vargas. Este doctor en Arqueología por la Universidad Pablo de
Olavide (UPO), que continúa los trabajos iniciados por Pilar León hace tres
décadas, explica que el valor del edificio se incrementa a partir de los
materiales marmóreos que en él se concentraron, procedentes prácticamente de
todas las canteras de importancia en aquel momento.
En este sentido, la
última campaña arqueológica –ahora mismo está parada hasta que en febrero
cuando mejore la climatología se retome– ha puesto de manifiesto datos
significativos referentes a la definición de los pórticos de la plaza y el
templo del complejo arquitectónico. Pero también ha permitido documentar los
elementos del techo del edificio, «las tejas, para entendernos, que dan fe
de la existencia de una poderosa techumbre desarrollada en mármol blanco de
gran calidad». Esto ha permitido, según explica Vargas, saber que el templo
era prácticamente de mármol desde el arranque de los cimientos hasta el techo.
También destaca el director la nueva vía de investigación que se abre,
encaminada a desentrañar la «obra faraónica» que supuso la construcción no solo
del Traianeum, sino también de toda la trama urbana del barrio adrianeo.
Pese a lo interesante de
esa nueva pata a la que ahora agarrarse, y que requerirá con toda seguridad la
ampliación del actual proyecto –llamado Nova Urbs Adriani, la articulación
de los espacios públicos en torno al Traianeum de Itálica–, Vargas lamenta
que la investigación está «pasando unas penurias que no te puedes imaginar». Y,
aunque el ente público «siempre está ahí», lo cierto es que no es suficiente
para sufragar las excavaciones que aún están pendientes.
UN SUELO DEL QUE NO
DEJAN DE BROTAR OBRAS DE ARTE
National Geographic
llegó a catalogarlo como uno de los diez descubrimientos más relevantes del año
2015. El mosaico Los amores de Zeus salió del suelo de la Plaza de Armas de
Écija, de un yacimiento de un gran valor también conocido como El Picadero.
Los trabajos en este espacio, de 5.600 metros cuadrados ,
se remontan al año 1999, cuando se inicia la fase de recuperación del primitivo
Cerro del Alcázar como espacio público, y donde se plantea la realización de
una actuación arqueológica encaminada al descubrimiento y puesta en valor de
todos los elementos encontrados y su recuperación. Desde entonces hasta ahora, el
arqueólogo municipal, Sergio García-Dils, se afana, junto a un gran equipo
de profesionales, en sacarle partido al suelo ecijano, que ha dado otros
tesoros como el mosaico báquico de doble cara, el cual fue víctima de actos
vandálicos en 2015.
Hace cuatro años se
unieron a ese equipo Ana Santa Cruz y Cristina Cívico Lozano, miembros de la
Asociación ARQinnova, destinada a la divulgación del patrimonio
arqueológico, quienes destacan la «relevancia» de los hallazgos de El Picadero,
especialmente, el de Los amores de Zeus. «Se trata de un pavimento musivo en el
que se encuentra representada una serie de escenas correspondientes a ciclos
mitológicos identificables con los amores del dios Zeus, perteneciente a una
estancia –triclinium– de 40
metros cuadrados», explican. Este descubrimiento
conserva más del 91 por ciento de la iconografía, y resalta la calidad de las
representaciones, con escenas que incluyen todo tipo de detalles. Durante
el mes de octubre, es posible que sea trasladado a la capital para que el
Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) inicie su proceso de
restauración, que durará 18 meses.
El yacimiento ecijano
es, además, un hervidero de futuros arqueólogos, que acuden como voluntarios a
realizar trabajos sobre el terreno. Claro que, para los profesionales que allí
trabajan, sería necesaria una «financiación más regular, que nos permitiera
no solo excavar, sino restaurar, consolidar y, posteriormente, poner en valor
lo que aquí se atesora».
CIENTOS DE DETALLES
DE LA VIDA EN LA EDAD DEL COBRE QUE NECESITAN «PACIENCIA»
La zona arqueológica del
Aljarafe, con grandes tumbas megalíticas como la de Montelirio, excavada en
Castilleja de Guzmán entre 2007 y 2010, es de una importancia similar a la
de los dólmenes antequeranos recientemente declarados Patrimonio Mundial de la
Unesco. Al menos es lo que opinan los expertos y, por el momento, la de
Castilleja ya fue catalogada como Bien de Interés Cultural (BIC) gracias a lo
que contiene el considerado como uno de los monumentos prehistóricos más
fascinantes y al mismo tiempo enigmáticos del continente europeo. Su
importancia radica, entre otras cosas, en que en su interior fue enterrado un
colectivo «mayoritariamente femenino acompañado de unos ajuares sin parangón
que incluyen objetos inéditos a nivel mundial». Por ejemplo, las
sofisticadas túnicas hechas con decenas de miles de cuentas perforadas y
ornamentos de concha, marfil y ámbar, que permiten revelar la forma de vida de
las sociedades de la Edad del Cobre entre los siglos XXXII y XXII a.C., y en
particular a su tecnología, artesanía, pautas de contacto e intercambio,
organización social y cosmovisión.
Estas conclusiones
son las que se recogen en el libro Montelirio. Un gran monumento megalítico de la Edad del Cobre,
editado el pasado año por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y cuya
autoría corresponde a los científicos Álvaro Fernández Flores, Leonardo García
Sanjuán y Marta Díaz-Zorita Bonilla, miembros de la investigación realizada
durante casi 10 años en la que participaron un total de 45 especialistas de 16
universidades y centros de investigación de cinco países distintos (Alemania,
España, Estados Unidos de América, Nueva Zelanda y Reino Unido).
En el mencionado
estudio, que, según García Sanjuán, pudo realizarse gracias a la «inestimable
ayuda» de la Consejería, se puso en práctica el «despliegue de algunos de
los métodos y técnicas de investigación más a la vanguardia de la moderna
Arqueología», lo que permitió que Montelirio se uniese al «selecto grupo de
monumentos megalíticos clásicos de la prehistoria reciente andaluza, ibérica y
europea». Eso sí, para que la ciudadanía pueda conocer su magnitud en forma de
exposición «habrá que tener paciencia», pues a día de hoy, «ni en Castilleja de
Guzmán ni en el Museo Arqueológico de Sevilla se dan las circunstancias
adecuadas» para una muestra como la que requiere la «gran cantidad de material»
rescatado del dolmen de Montelirio, asegura García Sanjuán.
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